Sep 8, 2009

Inseguridad es...



Confieso que una de mis más grandes debilidades es la amistad. Puede sonar extraño pero déjenme explicar. No suelo hacer muchos amigos pero una vez que creo haber hecho uno, hago todo lo posible por conservar la amistad vigente y en buenos términos. No viene al caso hablar de si es difícil o no (que sí lo es, y BASTANTE) ni de las satisfacciones que puede uno llegar a tener gracias a una buena y longeva amistad (que son una recompensa a la que no se le puede poner precio), mucho menos tocar la cuestión de por qué actúo de esa manera (creo que puede tener que ver con que no quiero lastimar ni defraudar a nadie como me ha pasado a mi). No, de lo que quiero hablar es de los caminos extraños a los que a veces nos lleva la búsqueda de la amistad.

Creo que, entre los momentos más extraños, siempre está el empezar a conocer a una persona "nueva", alguien que acaba de entrar a tu vida. Siempre están las preguntas, según la circunstancia, claro: ¿acabo de decir una estupidez? ¿me estoy conviriendo en la burla eterna de este lugar o estas personas? ¿puedo manejar el que esta persona se me salga de control? ¿tendré salvación si nos agarramos a trancazos? No, no es casualidad que en estas preguntas se esté proyectando inseguirdad. Estoy convencido de que todas estas preguntas pasan por la cabeza de toda persona en algún momento u otro de toda relación que nos importa, sobre todo cuando estamos expuestos o pasando por un momento de vulnerabilidad. Hablo de ocasiones en las que se intenta ganar la confianza de la otra persona, cuando hay que pedir disculpas, cuando se tiene que hablar con la verdad. Cuando es necesario admitir que vamos a tomar otro camino y que el tiempo de estar juntos quizá haya llegado a su fin.

Y si uno de estos momentos de vulnerabilidad coincide con que la otra persona está haciéndonos algún bien de manera desinteresada, la extrañeza se multiplica y alcanza niveles... bueno, muy extraños. Se vuelve terreno resbaloso, un juego que creo todos tememos jugar. Muchas veces no queremos lastimar pero simplemente no se puede nadamás cortar a una persona así y esperar que ahí acabe la cosa. Por algo existen los traumas y las malas leches ¿no?

¿Y quieren saber como se hace el problema mil veces más grande? Fácil: nomás hay que dejar que nos afecte. No sé, hay muchas maneras de hacerlo, desde darle caso a los chismes y habladurías hasta crearnos expectativas de la gente. Contrario a lo que pudiera pensarse no, no tiene mucho que ver si realmente estimamos a la persona en cuestión. El rencor carcome hasta la relación más fuerte.

Menciono todo esto por el simple motivo de que me ha pasado. Afortunadamente creo haber aprendido de mis errores. Recuerdo a la última persona que jugó con mis, llamémosle por su nombre, sentimientos. Se trata de un excompañero de escuela. La historia va más o menos así: ni nos hablábamos, por algún extraño motivo esta persona empezó a trabar amistad con un amigo mío muy cercano y bueno, nos fuimos conociendo muy poco a poco hasta que ninguno de los dos estábamos conformes con la manera en que el otro le trataba. Mi error, y me costó mucho darme cuenta, fue pensar que era mi culpa, que yo había hecho algo mal y gastar energías en averiguar que fue y cómo corregirlo. Mi error fue dejar que me afectara y reaccionar. Mi error fue no darme cuenta de eso a tiempo. Y claro, dejé que me afectara muchísimo.

Y gracias a eso aprendí otra cosa, que para dejar de pasar malos ratos por una relación que no vale la pena solamente hace falta querer abrir los ojos. Verán, en nuestra última discusión (y tuvimos varias, chanfle) yo todavía estaba dispuesto a dar de mí, a intentarlo una vez más pero en ese momento fui iluminado por una fuerza sobrenatural y me dije "hey, esta persona no te está tomando ni en cuenta ni en serio, únicamente se fija en lo que haces mal y le afecta". Y en ese momento supe que era el principio del final.