A cuarenta minutos de mi comunidad hay un pueblo fantasma conocido como Real de Catorce. Es muy ridículo que la gente lo llame Pueblo Fantasma siendo que ahí vive mucha gente todavía y es concurrida por turistas. Pero más allá del "pueblito fantasma" abarrotado de gente, la antigua iglesia con las historias increíbles de sus santos que fueron enterrados en vida y que hacen milagros imposibles, pasando a través de cuevas en varios cerros y estrechos caminos con elevadas pendientes existe otro pueblito sin nombre que se encuentra totalmente deshabitado y que sí califica como un verdadero Pueblo Fantasma.
Les explico un poco sobre la zona: En todos esos cerros se encontraron yacimientos de diferentes metales. En Real de Catorce fue encontrado uno muy importante de plata y a los alrededores también. Fue en uno de esos pequeños pueblos mineros que ocurrió una tragedia por allá a principios de 1800. De la noche a la mañana todas las personas del pueblito amanecieron muertas. Y conforme el rumor iba circulando también las teorías. La más mencionada y la más creible por nosotros, personas cultas y estudiadas fue que un gas tóxico proveniente de la mina se había escapado durante la noche y había matado a todos en el pueblo. Pero también hay otra teoría que es quizás la que menos se menciona pero la que es muy probable que sea la razón principal por la que la mina jamás fue abierta y el pueblo jamás volvió a ser habitado.
Se dicen que los Huicholes (sí, esos mismos que comen peyote) estaban muy encabronados por lo que éstas personas le habían hecho a sus tierras, o a la "madre naturaleza" como así lo quieren hacer ver. Fue entonces que en uno de sus rituales mandaron llamar a un "Espíritu Viejo" que mató a todo aquel que se encontraba en el pueblo. Y sí, ya sé que tanto es una pendejada ahora que se los platico en este blog como lo fue hace doscientos años que algun ebrio lo contó en una cantina, pero traten de explicarle eso a la gente supersticiosa que intentaba repoblar y reconstruir ese lugar.
Como les contaba en un principio, el acceso a este pueblito sin nombre no es nada fácil hay que ir en burro, que no es muy seguro, o a pie, que resulta ser muy cansado. Las cuevas o rutas fabricadas por el hombre no son tampoco muy seguras por la falta de mantenimiento y parecieran que en cualquier momento se pueden derrumbar. La escena sin embargo bien vale la pena, es un puebo fantasma de verdad, completamente deshabitado. Las casas no son más que esqueletos de piedra y adobe. Uno puede entrar a la mina a pesar de que encuentra clausurada y es bastante surreal el encontrarse picos todavia en el suelo. La única vez que fuimos yo y unos amigos, llevamos a un guía. Mientras caminábamos por lo que antes era la calle "principal" vimos a lo lejos a uno de los famosos Huicholes parado en la cima de un cerro mirando hacia donde nosotros estábamos. Fue bien pinche raro y varios de mis amigos se estaban cagando de miedo porque los siguen viendo como si fueran unos apaches salvajes o algo por el estilo. Empezamos a comer algo y a los 30 minutos el Huichol ya se había ido. Seguimos platicando como pendejos y el guía nos dijo que ya era hora de irnos, que ya iba a anochecer y el camino de regreso iba a estar muy cabrón. Debo admitir que durante mi estancia ahí y conforme iba anocheciendo sentía yo mismo también la urgencia de irme. Aún es fecha que no puedo decir con certeza si lo que sentía en el camino de regreso se debía acaso por el frío invernal de la noche o porque realmente y estúpidamente creia que detrás de nosotros iba un espíritu viejo.
Les explico un poco sobre la zona: En todos esos cerros se encontraron yacimientos de diferentes metales. En Real de Catorce fue encontrado uno muy importante de plata y a los alrededores también. Fue en uno de esos pequeños pueblos mineros que ocurrió una tragedia por allá a principios de 1800. De la noche a la mañana todas las personas del pueblito amanecieron muertas. Y conforme el rumor iba circulando también las teorías. La más mencionada y la más creible por nosotros, personas cultas y estudiadas fue que un gas tóxico proveniente de la mina se había escapado durante la noche y había matado a todos en el pueblo. Pero también hay otra teoría que es quizás la que menos se menciona pero la que es muy probable que sea la razón principal por la que la mina jamás fue abierta y el pueblo jamás volvió a ser habitado.
Se dicen que los Huicholes (sí, esos mismos que comen peyote) estaban muy encabronados por lo que éstas personas le habían hecho a sus tierras, o a la "madre naturaleza" como así lo quieren hacer ver. Fue entonces que en uno de sus rituales mandaron llamar a un "Espíritu Viejo" que mató a todo aquel que se encontraba en el pueblo. Y sí, ya sé que tanto es una pendejada ahora que se los platico en este blog como lo fue hace doscientos años que algun ebrio lo contó en una cantina, pero traten de explicarle eso a la gente supersticiosa que intentaba repoblar y reconstruir ese lugar.
Como les contaba en un principio, el acceso a este pueblito sin nombre no es nada fácil hay que ir en burro, que no es muy seguro, o a pie, que resulta ser muy cansado. Las cuevas o rutas fabricadas por el hombre no son tampoco muy seguras por la falta de mantenimiento y parecieran que en cualquier momento se pueden derrumbar. La escena sin embargo bien vale la pena, es un puebo fantasma de verdad, completamente deshabitado. Las casas no son más que esqueletos de piedra y adobe. Uno puede entrar a la mina a pesar de que encuentra clausurada y es bastante surreal el encontrarse picos todavia en el suelo. La única vez que fuimos yo y unos amigos, llevamos a un guía. Mientras caminábamos por lo que antes era la calle "principal" vimos a lo lejos a uno de los famosos Huicholes parado en la cima de un cerro mirando hacia donde nosotros estábamos. Fue bien pinche raro y varios de mis amigos se estaban cagando de miedo porque los siguen viendo como si fueran unos apaches salvajes o algo por el estilo. Empezamos a comer algo y a los 30 minutos el Huichol ya se había ido. Seguimos platicando como pendejos y el guía nos dijo que ya era hora de irnos, que ya iba a anochecer y el camino de regreso iba a estar muy cabrón. Debo admitir que durante mi estancia ahí y conforme iba anocheciendo sentía yo mismo también la urgencia de irme. Aún es fecha que no puedo decir con certeza si lo que sentía en el camino de regreso se debía acaso por el frío invernal de la noche o porque realmente y estúpidamente creia que detrás de nosotros iba un espíritu viejo.