Decidí escribir este post hoy. Hoy que no puedo dormir. No he escrito mucho recientemente y es por una simple razón: no tengo nada que decir. Creerán que hoy sí tengo algo que decir, pero se equivocan, sigo siendo el mismo cabeza de aire de siempre, es sólo que hoy no puedo dormir. Hoy y toda esta semana, por cierto. Estando ya por esta línea les informo de mi situación con el insomnio. Somos como amantes, aunque yo no le correspondo y a menudo trato de evitarlo. Aunque desconozco mucho el tema del amor he visto y leído lo apenas suficiente como para imaginar esa locura.
El insomnio me visita furtivamente varias ocasiones a lo largo de periodos indeterminados. Cuando se le antoja, cuando necesita verme, cuando puede. Yo lo recibo como quien recibe a un niño en llanto. Sin remedio. Suele llegar después de cenar y se queda toda la noche. Pongo algo de música para hacer la velada más agradable, por lo menos. Luego, cuando ya ha amanecido se va sin avisar sólo dejando claros indicios de su presencia. La gente lo nota y en parte lo acepta aunque en gran medida lo reprueba, pero a todos les ha pasado.
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Hoy he pasado todo el día haciendo nada. Me levanté a eso de las cuatro de la tarde, producto de la visita de nuestro amigo insomnio la noche anterior. Comida/desayuno con el cuñado no-formalizado como invitado y proveedor de bolillos. Fútil visita a Sears en busca de un objeto hace tiempo robado. Computadora. Lightroom. Twitter. Messenger. Google reader. Flickr. (Visita culpable a Facebook). DeviantArt. Aburrición.
Decidí seguir leyendo aquella novela que recién he comprado. Me quito mis gafas, me pongo mis audífonos y reproduzco un compilado de Miles Davis. Mientras hermosas notas llegan a mis oídos, leo. A veces pierdo el hilo por concentrar mi atención a una secuencia de batería o bajo especialmente magnifica.
Volteo a ver el reloj: 12:11am
Paso a Radiohead. In Rainbows. Termino el capitulo y veo si alguien me ha mencionado en Twitter. Nada relevante.
No, esperen, ciencia ficción rusa.
*tweet*
De vuelta en la lectura, encuentro alguna frase que me llama mucho la atención y decido que el mundo no puede vivir sin que yo la comparta.
*tweet*
“Cuando alguien te dispara, sangras”
Como este es un capitulo que considero (espero) especialmente trascendental en la historia, decido despejar la mente antes de leerlo. Como uno de esos intermedios en el cine que ya no se usan. Abro Messenger. Charla insubstancial hasta el punto de querer tirarme de la azotea. Tal vez un momento de angustia y miedo, un poco de dolor. Corte a negro. Fin.
Como aún no he bostezado y no se vislumbra cansancio o lo que se define como “sueño” sigo leyendo.
Alguien ha respondido a mi humanitario acto de compartir esa frase. Me responde con el titulo de la obra. Ella es cool y se lo hago saber. Prosigo.
Me ha entrado terrible hambre. Me arrastro a la cocina, tomo un muffin con chispas de chocolate que había estado guardando y me sirvo un vaso con leche helada. La blancura de mi bebida me recuerda a Myû.
Ya me he hartado de leer. Hurgo en mi librería de música y veo la portada de un disco que hace tiempo no escuchaba: Vince Guaraldi Trio; A Charlie Brown Christmas. Apago la luz de la habitación, el monitor también, cierro los ojos y lo escucho en la obscuridad por largo rato, esperando ingenuamente me entre algo de sueño. Como no sucede así, leer viejas historietas de Peanuts me parece lo mas razonable. Me encantan.
Veo una vez más el reloj: 4:52am
*post*
5:43am
Ahora pienso, por qué es que no puedo conciliar el sueño, será una afección clínica, seguramente. Nah. Supongo que es sólo que mi existencia es tan vana que el día no basta para que me dé cuenta. Puff, qué azote. Podría ser que simplemente estoy aburrido. Siempre lo estoy.
Sea como sea. Fuck.